NUESTRA SEÑORA DE CHIQUINQUIRA

Oración para todos los días:

Reina y Madre del Rosario de Chiquinquirá, bella flor de nuestra tierra, renovada en destellos de luz y de hermosura, luces radiantes en tu imagen soberana los colores del patrio pabellón. Eres tú nuestra gloria y el orgullo de nuestra raza, Madre de Dios y Madre nuestra. En rústico lienzo tu rostro se ilumina y renuevas tu imagen en celestial fulgor, dando a tus hijos la graciosa prenda de la luz inmortal de tu Hijo Salvador.

Ciñe tus sienes la real diadema que corona tu hermosura y tu maternal bondad, símbolo fiel de nuestro entrañable afecto y de tus hijos el filial amor. A ti te cantan celestiales voces que te aclaman por Reina de la paz y el pueblo entero jubiloso te presenta el don de su fervor. En los difíciles tiempos de dolor y angustia tú, que eres Madre de Misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; extiendes tu cetro soberano y cubres gloriosa con tu egregio manto a todos los que sufren la tribulación.

Hermosas flores mezcladas con tierra colombiana dieron a tu precioso lienzo celestial color; brote la tierra perfumadas flores que rindan culto a tu sagrada imagen, madre llena de gracia y de virtud. Tu divina presencia renovada, Reina y Madre, bendiga nuestra amada tierra y renueve a tus hijos en la luz de la verdad.

Vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, inagotable fuente de gracia y de ternura; recibe complacida Madre y Señora, la humilde romería de nuestro inquieto corazón que llega peregrino a tu Santuario, casa del consuelo y la alegría, donde tú, Oh Madre clemente y pía, escuchas nuestros clamores. Amén.

Dios te salve María…

Pues sois de los pecadores el consuelo y la alegría
¡Oh, Madre, ¡clemente y pía escuchad nuestros clamores!

Reina y Madre de Colombia, de oro patrio coronada,
es tu imagen renovada de tu pueblo regocijo,
renueva, Madre, a tus hijos y escucha nuestros clamores por la paz y la alegría.

¡Oh, Madre, ¡clemente y pía escuchad nuestros clamores!

Si en tu imagen de Chiquinquirá encontramos
todo el bien que deseamos en esta vida penosa,
si en todo tiempo, graciosa, nos dispensas tus favores
con franca soberanía.

¡Oh, Madre, ¡clemente y pía escuchad nuestros clamores!

Peregrino de esperanza, todo el pueblo colombiano,
a tu santuario mariano en fraterna procesión
implora con devoción de tu bondad los favores
en humilde romería.

¡Oh, Madre, ¡clemente y pía escuchad nuestros clamores!

Fénix de amor, renovada para remediar al hombre
ostentas este renombre en tu Imagen sagrada;
con tal timbre coronada, se aumentan más los ardores
de nuestro amor cada día.

¡Oh, Madre, ¡clemente y pía escuchad nuestros clamores!

Escoltan tu dulce imagen dos celestiales edecanes,
inmaculados guardianes: San Andrés y San Antonio;
de Domingo testimonio sus frailes predicadores,
te custodian noche y día.

¡Oh, Madre, ¡clemente y pía escuchad nuestros clamores!

Como aquella nubecilla que Elías vio sobre el Carmelo
así por nuestros consuelos obras esta maravilla;
de una oscura imagencilla salieron magnos primores,
que son asombro del día.

¡Oh, Madre, ¡clemente y pía escuchad nuestros clamores!

Pues sois de los pecadores el consuelo y la alegría

¡Oh, Madre, ¡clemente y pía escuchad nuestros clamores!

¡Que copiosa y que incesante es la lluvia soberana
de milagros, con que ufana nos beneficias amante.
No se da ningún instante sin que derrames favores
con general bizarría.

¡Oh, Madre, ¡clemente y pía escuchad nuestros clamores!

Todo el que imploró confiado con sincera devoción
de tu amparo protección salió siempre consolado;
infinitos han mudado en delicias sus dolores
porque buscaron tu guía.

¡Oh, Madre, ¡clemente y pía escuchad nuestros clamores!

No hay enfermedad penosa, no hay trabajo ni desgracia
que Tú con tanta eficacia no remedies generosa;
si es que con fe fervorosa el que busca tus amores
de los vicios se desvía.

¡Oh, Madre, ¡clemente y pía escuchad nuestros clamores!

Lo confiesa así gozoso todo el pueblo colombiano,
porque jamás clamó en vano bajo tu auxilio amoroso;
pues de modo portentoso en sus congojas mayores
tú le diste la alegría.

¡Oh, Madre, ¡clemente y pía escuchad nuestros clamores!

Casa común del consuelo tu hermoso templo sagrado,
pues en él has franqueado todo el maternal desvelo.
Por eso con tanto anhelo, sin recelos ni temores,
te clamamos noche y día.

¡Oh, Madre, ¡clemente y pía escuchad nuestros clamores!

Oración final:
Padre celestial, que en tu amorosa solicitud has querido favorecer a nuestra patria Colombia dándonos en Chiquinquirá un signo de tu presencia; por la intercesión maternal de Nuestra Reina y Patrona, cuyo patrocinio hoy celebramos, concédenos crecer en la fe y lograr nuestro desarrollo por caminos de amor, de justicia y de paz. Amén

DÍA PRIMERO (1 de julio)
Clementísima Emperatriz de los Cielos, Madre de Dios y Madre nuestra, que, producida de los inmensos tesoros de la Divinidad, fuisteis destinada en el consistorio de la Beatísima Trinidad para Madre de nuestro Redentor, en previsión de cuyos méritos fuisteis preservada del pecado original y llenade inefables gracias desde el primer instante de vuestra concepción. Vos, Señora, sois el remedio universal que proveyó la infinita Sabiduría y la Misericordia del Altísimo para socorrer al mundo perdido por la culpa original. Sois la Madre de Misericordia en quien confiamos para librarnos de los rigores de la Justicia Divina. Así nos lo habéis manifestado en vuestra milagrosa imagen de Chiquinquirá, cuya prodigiosa renovación en un lienzo roto y maltratado es símbolo de la renovación de la imagen de vuestro Hijo que alcanzáis para nuestras almas desfiguradas por el pecado. Nadie podrá enumerar las conversiones de pecadores que constantemente obráis, moviéndolos a penitencia, muchas veces con solo mirar vuestra sagrada imagen, don celestial de inefables consolaciones. Esta misma piedad que os movió a visitarnos por medio de la renovación de vuestra imagen mueva también nuestras voluntades a la sumisión a Dios, al aborrecimiento del pecado y a la condigna penitencia por las ofensas que hayamos hecho a la Divina Majestad. Alcanzadnos también la gracia que en esta novena os pedimos por la intercesión de vuestros gloriosos siervos San Andrés y San Antonio, si ha de ser para la gloria de Dios y la salvación de nuestras almas. Amén.

DÍA SEGUNDO (2 de julio)
Santísima Reina de los Cielos, Madre de Dios y Madre Nuestra, cuya gracia y santidad desde el primer instante de vuestro ser excedió a la gracia y santidad de todos los ángeles y santos juntos, inmenso tesoro de vuestra fidelidad que fue acreciendo hasta llegar a cumbres imposibles de sospechar siquiera por el entendimiento humano, cual convenía a la inmensa dignidad de Madre del Verbo Divino, resplandor de la gloria del Padre y figura de su sustancia: nosotros, pobres pecadores, invocando nuestra condición de hijos vuestros, nos acercamos confiadamente a Vos, y os suplicamos que así como habéis obrado la admirable renovación de vuestra sagrada imagen de Chiquinquirá en premio a los repetidos y fervorosos ruegos de vuestra devota María Ramos, iluminéis nuestras tinieblas, confortéis nuestra debilidad, consoléis nuestras penas y nos guardéis dentro de vuestro corazónmaternal.Oh, dulce Madre nuestra ya que sois refugio de los necesitados, atended benigna la petición que os hacemos en esta novena, si ha de ser para la gloria de Dios y bien de nuestras almas, como lo esperamos por intercesión de vuestros siervos San Andrés y San Antonio. Así sea.

DÍA TERCERO (3 de julio)
Castísima Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, cuyo intenso amor a la pureza ya la virginidad por sobre todas las cosas después de Dios se manifiesta bien en aquel coloquio que tuvisteis con el Arcángel, nuncio de los designios del Altísimo en vuestra persona, que con ser tan excelsos no los aceptasteis hasta no tener la seguridad de que vuestra entereza virginal no padecería detrimento alguno: «No entiendo, dijisteis, como haya de cumplirse esto, pues he ofrecido Dios el candor de mi virginidad y el Señor se ha dignado aceptar la población de su humilde sierva”. Por vuestra incomparable pureza haced descender sobre nosotros un destello de vuestra eminente santidad, que nos libre de todo afecto desordenado. Así os lo suplicamos por la piedad con que obrasteis el prodigio de la renovación de vuestra imagen de Chiquinquirá, haciendo que las roturas que habían quedado en el lienzo después de renovada fuesen reparadas dé modo admirable y se extendiesen a ellas los colores de la pintura. Por la mediación de vuestros siervos San Andrés y San Antonio, alcanzadnos que de tal suerte se restañen las heridas abiertas en nuestras almas por el pecado, que el dolor de nuestras culpas repare en nuestros corazones la imagen de vuestro Hijo, y así nos hagamos dignos de alcanzar loque os pedimos en esta novena para gloria de Dios y salud de nuestras almas. Amén.

DÍA CUARTO (4 de julio)
Excelentísima Princesa de los Cielos, Madre de Dios y Madre nuestra, cuyas singulares prerrogativas exceden a todos nuestros elogios, y por eso fue necesario que vuestra digna alabanza fuese formulada por la boca del Arcángel San Gabriel: «Dios te salve, María, llena de gracia, el Señor es contigo, bendita tú entre las mujeres». Estas palabras ponderan vuestra dignidad, alegran nuestras almas e infunden dulzura celestial en nuestras amarguras, en todos los momentos de la vida, apareciendo siempre nuevas a pesar del transcurso de los tiempos. Así son también los efectos de vuestra bondad para con nosotros, como lo experimentamos en el raro prodigio que obráis en vuestra imagen de Chiquinquirá, pues habiendo sido pintada con frágiles colores de tierra mezclada con zumo de hierbas en un tosco lienzo de algodón, y habiendo sufrido las clemencias de la lluvia y el trato descuidado antes de la renovación, permanece de modo admirable a través ya de varios siglos, significando con esto el Señor que os ha puesto aquí para consuelo general de todos los tiempos. Alcanzadnos, Señora, que los efectos de la gracia divina en nuestras almas sean tan eficaces y perdurables que ninguna tribulación sea capaz de separarnos de la caridad de Cristo, vuestro Hijo, y así podamos obtener el favorable despacho de los favores que pedimos por intercesión de vuestros siervos San Andrés y San Antonio para que en su compañía os alabemos por toda la eternidad. Amén.

DÍA QUINTO (5 de julio)
Serenísima Reina del Cielo, Madre de Dios y Madre nuestra, que resignada del todo a la voluntad divina disteis vuestro consentimiento a la embajada del Cielo, diciendo:
«He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra»
Por esta palabra, la más digna y misericordiosa de cuantas se han pronunciado, quedasteis constituida corredentora de la Humanidad y defensora de los pecadores! Encargo es éste de incesante actividad, pues continuamente habréis de estar en la presenciade vuestro Hijo para aplacar su justicia, interceder por nosotros, alcanzarnos el perdón de nuestros pecados y obtenernos las gracias que necesitamos para nuestra salvación.
 En prenda de esta solicitud maternal, quisisteis que tuviésemos el consuelo de poseer vuestra bendita imagen de Chiquinquirá, señal evidente de que tenéis puestos en nosotros vuestros ojos de misericordia. Avivad, pues, nuestra esperanza y nuestra confianza en vos; en vuestra presencia exponemos nuestras humildes súplicas; y pues sois Madre no sólo de los peregrinos en este valle de lágrimas, sino también de las almas que expían en el purgatorio las penas de sus culpas, extended también a ellas el manto de vuestra misericordia, alcanzándoles el alivio en sus dolores y el pronto ingreso a la Patria Celestial, donde en compañía de vuestros siervos San Andrés y San Antonio esperamos entonar vuestras alabanzas por toda la eternidad. Amén.                                                                                                           

DÍA SEXTO (6 de julio)

Fragantísima Rosa del Cielo y Azucena delos valles, María Santísima, que llevada de vuestro amor al prójimo, caminasteis desde vuestro hogar de Nazaret hasta los montes de Judá para visitar y servir a vuestra prima santa Isabel: nosotros os acompañamos con nuestra consideración en aquel camino, y ponderamos cuán humilde, cuán devota y cuán recogida ibais, poniendo en admiración a los mismos ángeles que os escoltaban, ensalzando vuestra santidad: «Quién es ésta que asciende como la aurora, hermosa como la luna y escogida como el sol? ¡Toda hermosa eres, y no hay mancha alguna en vos! ¡Qué hermosas son tus pisadas, hija del Príncipe de la gloria!”. Como nube bienhechora que va a coronar la cumbre de una montaña, ibais llevando el rocío del Cielo como mensajera celestial, ibais conduciendo al Sol de Justicia, Cristo Nuestro Señor, que habrá de santificar al Precursor y librarlo del contagio de la culpa original. De modo semejante, habéis querido salir en repetidas ocasiones en vuestra imagen de Chiquinquirá a visitar los lugares azotados por la peste y el hambre para prodigar remedio a los enfermos y consuelo a los afligidos, devolver a los campos su hermosura y multiplicar los frutos de la tierra. Os suplicamos, Señora, que nos visitéis en nuestras tribulaciones, curéis nuestras enfermedades espirituales y corporales, y nos concedáis los favores que pedimos en esta novena, confiados en el valimiento de vuestros siervos San Andrés y San Antonio, para la gloria de Dios, bien de nuestras almas y honor vuestro. Amén.

DÍA SÉPTIMO (7 de julio)
Felicísima Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, que en obediencia al mandato del Emperador romano, en compañía de vuestro santísimo esposo San José os dirigisteis a Belén, y no hallando posada os acogisteis a un establo donde el Verbo de Dios, sin dejar el trono de su gloria, quiso venir al mundo para ser nuestro Redentor: por aquella ternura conque recibisteis al Divino Niño, por la devoción y la reverencia con que besasteis sus pies como a Dios, sus manos como a vuestro Señor, y su rostro como a vuestro Hijo, y lo abrigasteis y lo colocasteis en el pesebre, enseñadnos vuestra obediencia, vuestra humildad, vuestro abandono a la voluntad de Dios, y hacednos partícipes de vuestra santidad para que seamos menos indignos de recibirle en la sagrada Eucaristía. Y si los moradores de Belén no os recibieron, bien probado tenéis nuestro cariño. Recordad, Señora, la humilde choza en la cual os dignasteis renovar vuestra imagen de Chiquinquirá, y comparadla con la regia basílica que hoy tenéis como dosel de vuestro trono. Habéis elegido nuestro suelo y lo habéis santificado con vuestra presencia, y nosotros hemos procurado en nuestra cortedad responderá las finezas de vuestro amor. Completad vuestra obra de misericordia, haciendo vuestra habitación en nuestro corazón, donde junto con vuestro santísimo Hijo y vuestro castísimo esposo José, halléis amor, lealtad y sinceridad hasta el sacrifico de nuestras vidas. Alcanzadnos el que siempre os amemos con ternura, como camino seguro para alcanzar el perfecto amor a vuestro Hijo; otorgadnos los favores que os pedimos en esta novena por mediación de vuestros siervos San Andrés y San Antonio, para gloria de Dios y salvación de nuestras almas. Amén

DÍA OCTAVO (8 de julio)
Misericordiosísima Reina de los Cielos, Madre de Dios y Madre nuestra, que después de haber cumplido en la tierra la altísima misión que la Trinidad Beatísima os encomendó como corredentora de la humanidad y Madre de la Iglesia naciente, con la sumisión, la humildad y el abandono a la voluntad divina que caracterizaron vuestra santísima vida, aceptasteis, a semejanza de vuestro Hijo, rendir el tributo a la muerte, para consuelo de todos nosotros que esperamos gozar de vuestra presencia en aquel temeroso trance, y tuvisteis el privilegio de ser llevada por vuestro Hijo en cuerpo y alma a la gloria celestial: alcanzadnos el vivir santamente para morir santamente; que también nuestra muerte, como la vuestra, sea un acto de amor a Dios que nos purifique de toda mancha para presentarnos, conducidos por Vos, al tribunal de Nuestro santísimo Hijo. Se anima nuestra confianza de que nos habéis de otorgar esa protección, pues en prenda de que nos amáis, nos habéis entregado vuestra bendita imagen de Chiquinquirá, significando con ello que no queréis abandonarnos en el tiempo con el fin de asegurar nuestra felicidad en el cielo. Así os lo suplicamos en esta novena, y esperamos alcanzarlo por mediación de vuestros siervos San Andrés y San Antonio, pues es para la gloria de Dios, honor vuestro y bien de nuestras almas. Amén

DÍA NOVENO (9 de julio)
Gloriosísima Virgen María, Reina del Cielo, Madre de Dios y Madre nuestra, que, llevada por vuestro Santísimo Hijo en cuerpo y alma a los Cielos, habéis sido exaltada sobre los coros de los ángeles y coronada como Reina de toda la creación, en galardón de vuestra inmensa santidad, ¡en exaltación de vuestra profundísima humildad y en premio a vuestros excelsos méritos! Recibisteis entonces de modo inefable la participación del Poder del Padre, de la Sabiduría del Hijo, y del amor del Espíritu Santo, ¡y quedasteis constituida Dispensadora de los tesoros de la Divinidad en orden a la salvación de todos nosotros! De lo íntimo de nuestros corazones nos congratulamos con vos por aquellos homenajes que recibisteis de la Beatísima Trinidad y de toda la Corte Celestial, y esperamos confiadamente que, terminado el curso de nuestra vida terrenal, ¡nos acojáis en los coros celestiales para cantar con ellos vuestras alabanzas por toda la eternidad! Como un preludio de aquellas fiestas, os hemos proclamado en vuestra bendita imagen de Chiquinquirá por Reina y Señora nuestra, en coro unísono y ferviente. ¡Reina y Madre de Misericordia! proteged ala Santa Iglesia, conservad la Patria colombiana en la Fe católica, extinguid los odios fratricidas, restableced entre nosotros el imperio de la caridad de Cristo, ¡guardadnos de los enemigos que quieren perdernos y exterminar la sagrada herencia de vuestro Hijo en Colombia! ¡Vida, dulzura y esperanza nuestra!, a Vos elevamos nuestro clamor los desterrados hijos de Eva, ¡en este valle de lágrimas! Abogada nuestra potentísima: ¡volved a nosotros los ojos de vuestra misericordia! Y terminada la peregrinación de esta vida, presentadnos a Jesús, fruto bendito de vuestro vientre. Oh clemente, oh piadosa, oh, ¡dulce Virgen María!

Adaptado de : https://es.scribd.com/document/468331236/Novena-Virgen-de-Chiquinquira-pdf